Castrillo de Sepúlveda

Castrillo de Sepúlveda

Pueblo de las Pedrizas, situado junto al cauce de un arroyo estacional. Su caserío es de piedra, formando calles estrechas. Al otro lado del arroyo, a lo largo de su cauce se suceden pequeños huertos separados con cercas de piedra. Contaba, además, con los siguientes despoblados: Aldea Rabol, Barruso, Hoz de San Julián, Pozarago, San Bernabé, Uvieco y Villaveses. En 1.850 tenía 107 habitantes y ya era conocido como Monte Viejo el bello encinar que se encuentra dentro de su término. La Monografía de la Provincia de Segovia de 1.952 recogía una población de 254 personas y destacaba la abundancia de perdices en su término.
 

Patrimonio
Su antiguo término, limitado al sur por los espectaculares cortados de las Hoces del Río Duratón, es rico en manifestaciones arqueológicas, habiéndose localizado un yacimiento neolítico y abundante cerámica de la Edad del Hierro. En una de las penínsulas rocosas formadas por las hoces, se levantan las interesantes ruinas de San Julián, cuya construcción románica se realizó sobre restos de otro templo del siglo X. A través de los muros derruidos de su ábside se contempla una de las mejores vistas que ofrece el Parque Natural.

El edificio principal del pueblo es la iglesia de San Bernabé apóstol, de anchas proporciones y con un curiosos porche sobre columnas de piedra. Conserva dos buenas tallas románicas que representan a la Virgen con el Niño y a San Bernabé.

Fiestas

Desde septiembre hasta la Ascensión, también alberga a la Virgen del Otero, devoción muy querida por los vecinos. Su romería se celebra el primer domingo después de la Ascensión. La imagen es subida en andas por las mujeres del pueblo hasta su ermita, emplazada en lo alto del cerro, donde permanece hasta finalizar el verano. Es esta romería una de las fiestas religiosas más vistosas de la Comunidad. El cerro del Otero es un sitio excepcional por sus espléndidas vistas panorámicas. Desde su altura se divisa todo el alfoz de Sepúlveda desde su mismo corazón.